martes, 16 de julio de 2013

La figura del capitán en equipos de formación.

Una de las cuestiones que se plantea todo entrenador de formación o mini es cómo afrontar la estructuración del grupo desde un punto de vista deportivo, es decir, como ‘adoctrinar’ a sus jugadores en términos de cooperación e interactuación grupal para que, en el momento de cumplir el objetivo que el equipo se ha marcado, todo fluya a la perfección.

A diferencia de otros deportes, juegos o actividades, los deportes de equipo se caracterizan por el hándicap de tener que colaborar entre varias personas para lograr un objetivo común. Evidentemente, esa dificultad añadida se ve altamente compensada por el beneficio y la satisfacción que se obtiene al conseguir cumplir un objetivo de forma común. Incluso el jugador o la persona más individualista necesita de un apoyo grupal para saborear la gratificación de un trabajo bien hecho.

La interacción y trabajo grupal es uno de los mayores retos (sino el mayor) que el entrenador se plantea al dirigir a un equipo. En este aspecto, no existe diferencia de sexo, edad o formación. Resulta evidente que la ‘veteranía’ del jugador incide en el simple hecho de que cuanto más tiempo haya estado realizando actividades de equipo, más fácil será la compenetración y adaptación de éste con respecto a los objetivos que le marcará el entrenador. No es lo mismo explicar lo que es un equipo y su funcionamiento a un benjamín de primer año, que a un nacional con años de experiencia, pero sí a un nacional que jamás ha trabajado en equipo (un gran suponer).

Así pues, el entrenador maneja diferentes ideas y métodos para lograr convertir a doce jugadores en un único equipo.


Uno de los recursos que probablemente más puede ayudar es la idea de rol: confeccionar el equipo en torno a unos jugadores que saben exactamente qué es lo mejor para el resto y  cómo pueden aportar valor al engranaje que garantice el éxito.

Ahora la duda que se plantea es la siguiente: ¿debemos aplicar roles a un equipo de formación?

Definitivamente no. Y la principal razón que se me ocurre es que un jugador mini no puede jamás tener una tarea determinada en el juego, ya que está continuamente aprendiendo. No digo con esto que no se puede continuar aprendiendo en categorías mayores, pero, es cuando se empiezan a asignar posiciones de juego, cuando se comienzan a asignar roles más determinados. Un niño de ocho años no puede jamás ser considerado pívot por ser más alto o base por saber cambiar de mano por delante por debajo de las rodillas. Básicamente porque en equipos de formación no existen las posiciones en el campo, y, quien piense lo contrario, se equivoca. Por supuesto que hay que enseñar táctica colectiva para aprender a colocarse en el campo, pero no para fijar posiciones; me explico: se debe de enseñar a una niña cómo colocarse para aprovechar al máximo las posibilidades del equipo, en términos de conceptos básicos (no estar todos juntos, posición balón-defensor, movimientos tras/antes de pase…).

Sin perdernos del tema; una vez llegados a la conclusión de que asignar roles en categorías de formación es erróneo, pasamos a la capitanía, la cual no deja de ser otro rol.

Por lo tanto, podríamos afirmar que, al no aceptar roles en categorías inferiores, no se debería asignar a un capitán. No obstante, en este caso específico, no estoy de acuerdo.

Reafirmando la idea que sostiene que un capitán asume un rol de líder, creo que el papel del capitán siempre es bueno.

Un capitán por definición es, en primer lugar, la extensión del equipo fuera del campo, y, en segundo, la extensión del entrenador dentro de éste. Un entrenador necesita un capitán del mismo modo que lo necesita el equipo (siempre refiriéndome al equipo como al grupo de jugadores, a pesar de que el equipo se compone de jugadores, cuerpo técnico, y, en mini, padres).

Tan importante es el aprendizaje de técnica individual en equipos de formación como el de precisamente eso, el  de equipo. Un benjamín, en su primer año, debería aprender qué es un equipo, para qué sirve, por qué está participando en un deporte de equipo, y cuáles son no sólo sus ventajas y beneficios, sino sus responsabilidades al formar parte de él.

Buena parte de sentirse miembro de un equipo es asumir responsabilidades. Asumir que no piensas ni actúas para tu propio beneficio, sino para el de muchos. Y que hay que tomar decisiones en grupo, formar consenso, hablar, participar, comentar y preguntar, sobre todo preguntar. Cuestionarse el método de enseñanza, la formación, la metodología del juego…

Es aquí donde el papel de capitán toma verdadera relevancia. El capitán es aquél que transmitirá sus dudas al cuerpo técnico, a los árbitros, al rival; aquél que consensuará con sus compañeros, que hablará con cada uno de ellos, que creará grupo.

Evidentemente, es difícil esperar todo ese trabajo por parte de una niña de 9 años, de hecho, no se le debe exigir ése rol aún. Pero la figura debe existir, debe ser creada y explicada para que el jugador sepa en qué consiste y para qué sirve, tanto como son explicados los roles de entrenador, árbitro, rival…

Así pues, ¿para qué sirve realmente la figura de capitán en un benjamín?

Aparte de para firmar el acta de forma oficial, para poco más. Pocas veces exigiremos a un capitán en benjamín algo más allá que no sea dirigir un estiramiento, gritar el grito de guerra, o ser el primero en las filas. Pero serán las semillas de lo que, en unos años, se convertirá en una pieza clave en el equipo, en un equipo que ha aprendido el motivo de la existencia de ésa figura, y que la respetará.

La tarea más difícil, sin duda, es elegir al capitán. ¿Cómo lo hacemos?, acabamos de decir que en benjamín no existen roles, así, ¿cómo nos atrevemos a asignar a una niña el rol de capitán? ¿acaso su personalidad no está en continuo desarrollo de aprendizaje, como hemos dicho antes con el ejemplo de los pívots y los bases? Quizás aquél niño que parece más agradable y abierto se convierte en un futuro mal capitán, o peor, deja el equipo… ¿cuál es la técnica para elegir un capitán?

Existen muchísimas características a valorar para la buena elección de un capitán, que seguro que tendríais en cuenta para vuestros equipos de mayores… pero, ¿para un enano?

Sintiéndolo mucho, creo que no existe una fórmula mágica para decidir algo así… no sería justo elegir al más gracioso, o al jugón, o al que mejor se porta… porque, sencillamente, todos y cada uno están aprendiendo y desarrollando una personalidad, tanto dentro como fuera de la cancha. No sería objetivo.

¿Mi consejo? Conoce a tu equipo. Descubre al grupo de personitas que tienes delante y elige una manera justa de selección. Quizás quieres consensuarlo con ellos, o quizás quieres repartir el rol, o hacer un sorteo, o jugarlo a tiros libres… existen cientos de ideas… ¿la mía? Yo he entrenado benjamines durante diez años y siempre he tenido un único capitán… el más veterano, que no viejo.


Javier Romero ha sido entrenador de categorías mini en el CB Coslada (Madrid). Actualmente vive en Berlín, donde juega en el TuS de Neukolln, y come en 
restaurantes en La Condesa.

domingo, 20 de enero de 2013

Frances Pepe Fábregas


Berlín, Enero 2013.

Si la memoria no me falla, fue el año en el que jugamos en el equipo Sub-21 (también llamado Submultiusos) del CB Coslada. Con el gran Patxi Ortiz de entrenador y toda una generación de amigos que se reunían un año más para disfrutar de nuestro deporte.

Una tarde, así, de repente, se presentó ante nosotros un jugador que quería probar suerte en el equipo. Venía de Francia y tenía un nombre que, ahora sí, mi memoria no me permite transmitir. Nosotros, cariñosamente, le llamábamos Pepe.

Pepe, aparte de ser un gran jugador, era un excelente compañero; aunque conversar, lo que se dice ser un poseedor nato del arte de la conversación, no era. Estoy convencido de que en francés tendría temas recurrentes para dar y tomar, y, probablemente, hasta sabía unos chistes cojonudos… pero en español, nuestro amigo no contaba con las armas lingüísticas suficientes.

No obstante, él venía, jugaba, se lo pasaba en grande, y disfrutaba con el equipo (incluso nos deleitaba con la presencia de ‘chatis’ amigas suyas en los partidos).

Cuánto me acordé de él hace un par de años, cuando, con mi inglés de ‘Jelou’ y ‘Gudbai’, me aventuré a probar fortuna en un equipo escocés de lo que ellos llamaban basket.

El jueves pasado Pepe Fábregas volvió a pasearse por mis pensamientos.

Allí estaba yo, a las 8 de una fría tarde en Berlín, buscando en el Smartphone la calle correcta, y aflojándome la bufanda en un claro gesto de impaciencia; horas atrás había concertado una cita para entrenar en el TuS de Neukölln, equipo de baloncesto de la ciudad.

Tras seguir a un tipo alto (cuántas veces hemos hecho eso cuando no encontramos el pabellón?), alcancé mi objetivo.

‘Hallo, ich bin Javi… Ich suche fur Janis Kluge…’

Como ya pasó en mi primera aventura británica, mi nueva vida, esta vez en Alemania, no podía empezar de otra forma: jugando al basket!

Es curioso como, según pasan los años, aprendes un par de cosas que, al final, se convierten en afirmaciones rotundas; si deseas algo con fuerza, lo más probable es que acabe sucediendo tal y como lo esperas, y, cuando amas algo hasta el punto de mimetizarte con ello, no importa dónde o cómo, siempre se convertirá en algo familiar, cercano, agradable.

Baloncesto. Algo tan simple y que implica tantísimas cosas, emociones, recuerdos… poco importa que seas nuevo, que tengas miedo, que no puedas ni siquiera expresarte, siempre serás ayudado por un balón y un aro, los cuales te cogerán de la mano y te guiarán a su propio mundo, donde te sientes cómodo, relajado, feliz.

Así me sentí yo, como si hubiese estado jugando durante años con aquellos 9 alemanes, corriendo, sudando, gritando…disfrutando del basket, que, una vez más, me ayuda cuando más lo necesito.

Gracias a él y a nuestro amigo Pepe, que me acompañaba mentalmente recordándome que, en una ocasión, yo estuve en el lado opuesto, y me comporté exactamente igual, como un JUGADOR.

Ich liebe dieses Spiel!

Javi.